Iniesta al mando de la orquesta
Donaueschingen (Alemania), 8 jul (EFE).- El gol más importante de la historia del fútbol español, marcado por Iniesta en la final del Mundial 2010, impulsa al recuerdo colectivo de su nombre cuando se habla de la generación de oro. Sin embargo, Andrés Iniesta no disfrutó, en lo individual, de la Eurocopa hasta la exhibición de semifinales en el Ernst Happel ante Rusia en 2008.
Donaueschingen (Alemania), 8 jul (EFE).- El gol más importante de la historia del fútbol español, marcado por Iniesta en la final del Mundial 2010, impulsa al recuerdo colectivo de su nombre cuando se habla de la generación de oro. Sin embargo, Andrés Iniesta no disfrutó, en lo individual, de la Eurocopa hasta la exhibición de semifinales en el Ernst Happel ante Rusia en 2008.
Al mando de la orquesta liberada de presión tras espantar los fantasmas del pasado en la tanda de penaltis de cuartos. Ya tenía licencia para soñar España. Tumbada Italia. Alejados los temores. Derribado el muro. Era el momento perfecto para aparecer e Iniesta no podía fallar a Luis Aragonés. Su gran mentor. El que le reclutó para la selección y adaptó al estilo de juego a lo que demandaban esos bajitos amantes del balón.
Tras un año repleto de decepciones en el Barcelona, Andrés llegó débil a su primera Eurocopa. Un virus en los días previos le hizo perder tres kilos y le alejó de un ritmo de competición que le costó recuperar. Indiscutible para Luis, pero sustituido en cuanto se superaba la hora de partido. Incluso en los igualados cuartos después de ser el único titular que jugó el tercer partido, ya clasificados, ante Grecia.
Necesitaba ritmo, recuperar la chispa y Andrés volvió a ser Iniesta en unas semifinales que ya pusieron el mundo futbolístico a los pies de España. Había dado una asistencia el día del debut, ante Rusia, pero con una imagen alejada de la real. No la mejoró ante Suecia. Se entonó con Grecia. Batalló frente a Italia. Y en la semifinal, según se fue liberando de la banda derecha donde le ubicaba Luis para ir soltando su juego con libertad, demostró que los grandes siempre vuelven a la hora de la verdad.
Asistió a su socio preferido, Xavi, en el primer gol. Tras ver que al fin no era el primer cambio, desató su mejor fútbol para iniciar la jugada del segundo y el tercer gol asociándose con Cesc. Y no necesitó poner la firma a ninguno de los goles del recital de superioridad español para ser elegido como 'mvp'. Ya se había desatado Iniesta para regalar cuatro años de magia en el ciclo de mayor gloria del fútbol español.
Roberto Morales