La anfitriona repartió sin castigo
Tomás Frutos
Tomás Frutos
Stuttgart (Alemania), 5 jul (EFE).- España viajó en el tiempo durante 120 minutos. 14 años atrás concretamente. Volvió a Sudáfrica, a Johannesburgo, a la final del Mundial 2010 en la que se enfrentó a Países Bajos, un partido que dejó a la vista el plan de los neerlandeses desde el primer minuto, con un despliegue de faltas desmesurado al que Alemania se acercó en estos cuartos de final de la Eurocopa 2024.
La agresividad con la que Alemania saltó al Stuttgart Arena pilló por sorpresa a la mayoría. También a Antonhy Taylor, el colegiado, que decidió poner un listó muy alto al no amonestar a Toni Kroos en una entrada a Pedri que supuso su lesión en la rodilla y su inmediata sustitución. Incluso a Nagelsmann, que lo comentó en rueda de prensa: "No empezamos bien el partido, imprecisos y haciendo muchas faltas".
Podría tratarse de un simple arranque intenso, como todos los de la selección de Alemania en el torneo, pero que en el minuto 110 de partido Joshua Kimmich cargara sin mirar el balón contra Cucurella confirmó que la anfitriona había estado repartiendo sin castigo, con impunidad, con la sensación de sentir el permiso concedido por el colegiado.
La estadística arrojó también luz a la sensación que se vivió en el estadio. Kroos igualó en los primeros 90 minutos su dato más alto de faltas en tiempo reglamentario (clubes y selección) desde 2015 con 5 faltas. Hizo también 5 contra Suiza en Liga de Naciones en 2020. En esta Eurocopa, la diferencia es abismal entre partidos. Hizo 1 falta ante Escocia, ninguna ante Hungría, solo 1 ante Suiza y ninguna ante Dinamarca. Pues hizo 5 a España en los 90 minutos. Más alguna que no le pitaron.
Pero pese a la clara tendencia, el pitido final dejó el encuentro con tarjetas amarillas muy parejas. Fueron 8 para Alemania, 7 para España -ocho contando la roja a Carvajal por doble amarilla-. La dureza excesiva de los alemanes provocó las infinitas quejas del banquillo español, incluidas la de un De la Fuente que después, en rueda de prensa, le quitó hierro al asunto.
"No me ha sorprendido su dureza. Esto es fútbol. Yo vengo del fútbol de los años 80 y si quieres ver el fútbol que se jugaba ahí... Tengo un amigo que me dice: ¿Que quieres, que te den besos?", aseguró en rueda de prensa.
"A este nivel estos partidos son al límite. Sin sobrepasarse. No me quejo de la dureza o la actitud del rival. Valoro lo que hemos hecho nosotros, la solidaridad que tiene el equipo, la calidad para parar el juego. Eso es lo que hay que poner en valor", resaltó.
Y no es que fuera el número, que terminó siendo algo dentro de lo esperado en un partido. Fue la dureza. Un pisotón a Lamine Yamal, codazos a Cucurella y Nacho, golpes a Laporte... Alemania tuvo carta blanca ante España, algunos jugadores podrían haber sido expulsados de haber visto amarilla en alguna falta que lo mereció, y por momentos el Sttutgar Arena tornó en el Estadio Soccer City de Johannesburgo en 2010, donde Países Bajos también repartió con impunidad.